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Cuando descubrí que amo escribir

Sé que una de las partes más difíciles de tu quinto de secundaria (que va, de toda tu secundaria) es saber qué miércoles serás después de acabar el colegio. Pues yo recuerdo que eso para mí fue un caso, y no porque era una indecisa y no sabía que quería hacer con mi vida, sino que habían unos que otros conflictos hacia mi carrera con respecto a mis padres.

Escribo este post porque anoche en mi desesperación (sí, porque lo de ayer fue 100% real no feik sin clickbait) recordé que hace exactamente dos años atrás me encontraba como redactora en un periódico de mi colegio. Y si, este intento de ser humano escribía para su colegio y lo publicaban con mi bello y largo nombre. Para ese entonces yo tenía una obsesión enorme por las obras de María Fernanda Heredia y José Luis Mejía (aún las tengo, créanme, sigo odiando haberme ido a Chiclayo por viaje de estudios ya que JUSTO CUANDO ME FUÍ, INVITARON A HEREDIA A MI COLEGIO Y ADIVINEN QUIÉN NUNCA PUDO CONOCERLA). Y había comenzado a leer a Soltera Codiciada para ese entonces, ¿cómo? Porque un día estaba buscando "Cómo olvidar a tu ex". Sí, una chibola de catorce años buscando cómo olvidar a su ex. Y recuerdo que sus textos me ayudaron a poder verle un lado distinto a la vida. Maria Fernanda Heredia hizo que me diera cuenta del valor de las cosas; José Luis Mejía me hizo dar cuenta que todos podemos ser o tener un "Jota" y ser o tener una "Claudia" en nuestras vidas y María José Osorio me sacó las risas y sonrisas que necesitaba en los momentos que pensé que estaba sola.

Habiéndome ya desviado del tema, recuerdo que nos tocó hablar, de lo que fue, el tema favorito de todos: La Juventud. Y me tocaba poner mi mega página con un artículo sobre la adolescencia y me fui en el real YOLO. Recuerdo haberlo escrito y presentado, porque sentía que era el mejor artículo que hice en mi vida, y no haber obtenido el check aprobatorio ya que me desviaba mucho del tema escolar. Estando un poco desilusionada (y ya habiendo presentado el artículo en limpio con todos los requisitos para que sea publicado), nos tocaba exponer un discurso y oh, vaya, aquí la señorita no había asistido a esas clases por temas de salud, así que no tenía uno preparado y me tocaba salir JUSTO EN ESE PRECISO MOMENTO. Entonces recordé el artículo no aprobado con tema abierto y que nos dejaban poder hablar de lo que quisiéramos. Solo recuerdo (aparte de haber temblado al principio de la exposición) que mis compañeros de aula se pararon a aplaudirme y me silbaron y yo estaba a un borde de ponerme a llorar de la emoción.

Es un domingo en la mega noche (DEBERÍA ESTAR HACIENDO EL RESÚMEN DE LA LECTURA, PTM) y revisando mi post anterior recordé que gracias a una de las personas mencionadas, descubrí una de las cosas que más amo y decidí twittearle (Y ME RESPONDIÓ Y JUSTO ESTABA EN LA DUCHA CUANDO VÍ ESO Y CASI ME CAIGO). Decidí en este post mostrarles el artículo que debió salir, sin censura, sin nada. Porque el artículo que marcó mi vida sigue guardado en mi celular. Así que aquí va lo que debió salir y no salió.

R.S.A.
Antes no sabía que decir y ahora tampoco. Juventud, adolescencia, según la RAE es una etapa entre ser niño y adulto: no eres ni tan niño, pero tampoco eres un adulto. Sé que muchos de los que leerán este artículo dirán: “Otra persona más que viene a decir los estereotipos de los adolescentes.” Y lo más probable es que ya quieras dejar de leerme. No, no vengo a decirte lo que la RAE y miles de diccionarios hablan sobre los adolescentes.
Para nosotros esta etapa es como lo que vemos en esas películas americanas: estás en los pasadizos caminando todo chévere como en una pasarela, vas a tonos todos los fines de semana, sales todas las tardes con tus amigos y ese tipo de cosas (claro, también cantas un musical en medio del concesionario), pero no, nos chocamos con la realidad: tareas, trabajos, para los de Quinto llega la famosa: “Pre”, en Cuarto “Junior Achievement” y las interminables clases. ¿Fiestas? ¿Qué es eso? ¿Se come? Y sales con tus amigos una vez cada bimestre porque la mayoría tienen clases después del colegio. Después de esos vienen los regaños que ya te sabes de memoria: “Tu única obligación es ESTUDIAR, nada más, no lavas los platos, ni tu ropa y mucho menos planchas, solo tienes que ES TU DIAR.” Y todo porque un examen de matemáticas estaba muy difícil (supongamos que estaba difícil, tú y yo sabemos muy bien que cuando explicaban pensabas en todo menos en la lección del día.) Y sin contar las exposiciones orales en las que tenemos que vencer nuestro miedo y hablar frente a todo el mundo, cuando en las películas americanas hablan tan solo 10 líneas y sus exposiciones ya les cambiaron la vida a todos, arregló el tráfico y, para cerrar la escena, cantan de nuevo un musical, pero que habla sobre lo bonito que es el sol.
En esta etapa, creo yo, que es cuando nos descubrimos y empezamos a ver quiénes somos. De un día al otro al que nunca le hacíamos caso se vuelve “el amor de nuestras vidas” (otra vez, sabemos que es mentira) y es aquí donde pasamos por mil cambios, ya no vamos a la casa de nuestro “amiguito” o “amiguita” (con ese tono que usan las mamás cuando se refieren a nuestros amigos cuando éramos niños) y nos van a recoger, ahora son salidas al cine con su “Starbucks” de regalo y vas y regresas solo con el miedo de que te roben. Y ni hablar sobre mantenernos “en línea” (y digo “en línea” porque recién haces dieta y vas al gimnasio dos días antes del quinceañero/viaje de estudios/ fiesta o viaje de prom). Es cuando dejas de lado las series de Nickelodeon y Disney Channel y comienzas a verte las mil y un temporadas de Friends, Game of Thrones, The Walking Dead y hoy en día Fatmagul y Las Mil y Una Noches. Y las fiestas, pasamos de tener a Brenda animándonos y haciendo juegos para ver quien ganaba una Barbie (sabías que era bamba, pero igual la querías) o una pista de carritos (que a los tres días se partía por los lugares inimaginables), a tener a DJ Peligro poniéndonos el último “hit” de Tilsa Lozano. Creo que es aquí cuando nos preocupamos más por lo que nos digan el resto, donde queremos experimentas cosas nuevas y donde algunas cosas nos pareces ilógicas y comenzamos a revelar nuestros pensamientos hacia ellas.
Para terminar (sé que aquí ya estarás un poco aburrido), a ti, adolescente, joven, púber (hace tiempo no decía esa palabra, en quinto grado, ¿recuerdan?: “Miss, no somos niños, somos púberes.”), esta es una de las mejores etapas que hay en la vida (aunque no lo creas), donde vivimos las cosas que les contaremos a nuestros hijos o de las que nos reiremos en los almuerzos de reencuentro luego de salir del colegio y que recordaremos cada vez que pasemos por ese lugar donde hicimos cada cosa rara y nos comencemos a reír solos como locos. El tiempo vuela (y lo digo porque siento como si fuera hace poco que entré al colegio en Kinder) y poco a poco vamos creciendo más y cuando nadios damos cuenta estamos en una oficina queriendo volver a estos tiempos y decirle a Pepito (o Pepita, como tú quieras llamarlo, ya sabes a quién me refiero) nuestros sentimientos y volver a tener un horario de siete de la mañana a cuatro de la tarde en lugar de trabajar hasta las ocho de la noche. Solo me queda decirte (ya termino, ya) que vivas estos años y crees recuerdos inolvidables, caerás sí, pero también tienes que levantarte y ver con quienes valdrá la pena conjugar tu pasado, tu presente y tu futuro.
      Antes de que me olvide: nunca olvides lo grande que eres, no te midas de los pies a la cabeza, mídete de los pies al cielo, porque ese es tu verdadero tamaño. Nunca dejes de soñar y, por favor, cumple todos tus sueños, no dejes de luchar por ellos. Porque esto es lo que realmente es la Adolescencia, no es lo que dice la RAE. La adolescencia es esto, es lo que vives en este momento, ese es el R.S.A. el Real Significado de la Adolescencia.
*Gracias a los autores José Luis Mejía, María Fernanda Heredia y a Soltera Codiciada que me inspiraron a escribir este artículo así.

(Antes de terminar este post, GRACIAS en serio, por ayudarme a conocerme un poquito más.)

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